Muchos consideran que una confrontación sobre Taiwán es el lugar más probable en el que las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China pueden desembocar en un enfrentamiento real. China lleva mucho tiempo intentando reincorporar Taiwán a la China continental. El riesgo es especialmente alto porque Estados Unidos ha mantenido una ambigüedad sobre lo que haría si China invade Taiwán.
El presidente Xi Jinping indicó recientemente que no está dispuesto a seguir aplazando indefinidamente la devolución de Taiwán a la soberanía china, un objetivo del Partido Comunista desde que el gobierno nacionalista de Chiang Kai-shek huyó a Taiwán en 1949. Aunque China ha prometido buscar una "reunificación pacífica", recientemente ha sugerido que está dispuesta a utilizar su ejército para hacerse con el control de Taiwán. China ha realizado ejercicios militares, simulacros y patrullas en el estrecho de Taiwán, lo que ha aumentado la preocupación de Taiwán de que, tras décadas de amenazas, China podría estar realmente dispuesta a proceder.
China también ejerce cada vez más presiones económicas y políticas sobre Taiwán. "Aunque Estados Unidos lleva más de 40 años obligado a vender armas defensivas a Taiwán y a considerar las amenazas contra ella como cuestiones de 'grave preocupación', la naturaleza y el alcance de la respuesta estadounidense a un posible ataque chino no están definidos", informó The Wall Street Journal el 31 de agosto. Sin embargo, Estados Unidos nunca ha especificado cómo reaccionaría Washington ante un ataque chino.
Uno de los principales expertos en asuntos exteriores, Robert Kagan, de la Brookings Institution, se pregunta bajo el título"La peligrosa tentación china de Taiwán": "¿Está preparada la administración Trump para responder a un ataque o amenaza de ataque chino a Taiwán? ¿Lo estaría una administración Biden? ¿Lo está el pueblo estadounidense? ¿Estamos preparados para ir más allá de declaraciones y sanciones si los chinos nos llaman de farol? Las políticas estadounidenses de las dos décadas anteriores a la Segunda Guerra Mundial estuvieron marcadas por lo que, en retrospectiva, parece una asombrosa ingenuidad sobre la disposición de otras naciones a recurrir a la fuerza. Cabe preguntarse si hoy somos menos ingenuos".
En su columna del Washington Post , George F. Will puso la situación en términos dramáticos: "La primera prueba grave de la administración Biden se acerca, no silenciosamente sobre los pies del pequeño gato sino con el ruidoso pisotón de las botas de los totalitarios. En 2021, Taiwán podría proporcionar el momento más peligroso para Estados Unidos desde la crisis de los misiles cubanos de 1962".
Para evitar este conflicto, el próximo presidente haría bien en seguir las sugerencias de Richard Haass y David Sacks, presidente e investigador, respectivamente, del Council on Foreign Relations. En Foreign Affairs, sostienen que "ha llegado el momento de que Estados Unidos introduzca una política de claridad estratégica: una que haga explícito que Estados Unidos respondería a cualquier uso chino de la fuerza contra Taiwán. Esperar a que China actúe contra Taiwán para decidir si interviene es una receta para el desastre". La Casa Blanca podría articular esta nueva política mediante una declaración presidencial y una orden ejecutiva de acompañamiento que reitere el apoyo de Estados Unidos a su política de una sola China, pero que también declare inequívocamente que Estados Unidos respondería en caso de que Taiwán fuera objeto de un ataque armado chino. La declaración dejaría claro que Estados Unidos no apoya la independencia de Taiwán".
No podría estar más de acuerdo. Esta es la forma en que expuse la misma idea en 2017, en Evitar la guerra con China: "Estados Unidos debería hacer explícito lo que muchos consideran un entendimiento implícito entre China y Estados Unidos sobre el estatus de Taiwán. Los Gobiernos estadounidense y chino ya han demostrado una considerable autocontención en la cuestión de Taiwán. Pekín no ha cedido a las peticiones de quienes abogan por el uso de la fuerza como medio para "reclamar" Taiwán como parte del territorio continental; por su parte, Washington no ha cedido ante los estadounidenses que instan al reconocimiento de Taiwán como país independiente. Estas medidas de autolimitación deberían hacerse más explícitas haciendo saber que mientras China no utilice la fuerza para coaccionar a Taiwán a formar parte de China, Estados Unidos seguirá absteniéndose de tratar a Taiwán como un Estado independiente. El entendimiento que prevalece entre Estados Unidos y China es opaco; aunque algunos expertos en relaciones internacionales afirman que existe un entendimiento, otros sugieren que la sustancia de dicho entendimiento existe, otros sugieren que la sustancia de dicho entendimiento no está clara y otros sostienen que nunca ha existido tal entendimiento".
En vista de estas crecientes tensiones entre EE.UU. y China, y de los riesgos que siempre aumentan cuando hay elecciones presidenciales y un posible cambio en el poder, mucho se ganaría si se desactivara el punto más probable de tensiones, el conflicto sobre Taiwán.
Todo esto supone que Trump no tirará a Taiwán debajo del autobús, como parte de un acuerdo comercial. Esta posibilidad ha sido citada por The Economist el 5 de septiembre: "En sus memorias publicadas este año, John Bolton, uno de los asesores de seguridad nacional descartados por el señor Trump, especula que Taiwán bien podría ser el próximo aliado estadounidense en ser desechado por su antiguo jefe. Como dijo un comentarista del Global Times este mes: Taiwán para Estados Unidos es solo una pieza de ajedrez negociable. Después de todo, Trump siempre ha dado prioridad a Estados Unidos. Las concesiones comerciales siempre han parecido importarle más que las alianzas."
Amitai Etzioni es profesor universitario y catedrático de Asuntos Internacionales en la Universidad George Washington. Su último libro, Reclaiming Patriotism, fue publicado por University of Virginia Press en 2019 y está disponible paradescargar sin coste alguno.