Este artículo apareció originalmente en el blog blog de Ética y Asuntos Internacionales.
Durante los dos últimos años, uno de los focos de atención del programa U.S. Global Engagement ha sido cómo afectará o no el cambio generacional y demográfico en Estados Unidos a la forma de priorizar la política exterior estadounidense y a los puntos de referencia éticos que se emplearán. En la actualidad, el Partido Demócrata cobija bajo su "gran carpa" varios enfoques éticos diferentes y distintos conjuntos de prioridades para el papel de Estados Unidos en el mundo, que a veces coexisten de forma incómoda dentro del mismo grupo.
Tras la derrota del congresista Eliot Engel en las primarias para la renovación de su escaño en favor de Jamaal Bowman, Engel pasa a ocupar el puesto de presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes y, por tanto, de portavoz de facto de los legisladores del Partido Demócrata en asuntos internacionales.
El propio Bowman será demasiado joven, si gana las elecciones en noviembre, para asumir el papel de Engel en política exterior, pero como señala Bryant Harris:
Tres legisladores han mostrado ya su interés por convertirse en el próximo líder demócrata de la venerable comisión, en una carrera que rápidamente empieza a hacerse eco de los ataques de Bowman contra Engel en materia de política exterior.
Los representantes. Brad Sherman, demócrata de California, Gregory Meeks, demócrata de Nueva York, y el candidato tapado Joaquín Castro, demócrata de Texas, ya están exponiendo a sus colegas por qué deberían presidir la comisión si los demócratas mantienen el control de la Cámara en las elecciones de noviembre.
Cada uno de ellos ofrece una visión diferente y refleja, en cierta medida, las divisiones dentro del propio Partido Demócrata en general. Tienen posturas diferentes sobre el grado en que Estados Unidos debe intervenir en todo el mundo, la medida en que debe comprometerse en otras regiones y la forma de dar prioridad a consideraciones contrapuestas como los derechos humanos y las cuestiones de interés económico y medioambiental.
Esta contienda representa un interesante barómetro del tira y afloja dentro del Partido Demócrata entre las narrativas "restauracionistas" y el desarrollo de alternativas que reconceptualizarían la forma en que Estados Unidos se relaciona con el mundo, incluida la utilidad de ofrecer garantías de seguridad o de perseguir amplios pactos de libre comercio.
También habrá que ver si la bancada demócrata de la Cámara de Representantes decide apoyar a un líder menos comprometido con el "consenso bipartidista", y si los republicanos continúan su deriva hacia el "internacionalismo transaccional". Podríamos asistir a una mayor erosión de cualquier tipo de consenso centrista, mientras que, en algunos casos, las facciones de "izquierda" y "derecha" podrían alcanzar un acuerdo táctico contra nuevos acuerdos de libre comercio o sobre intervenciones militares.
Así pues, la decisión que adopte el caucus sobre esta cuestión de liderazgo nos dará una idea más clara de las prioridades éticas y políticas de los demócratas de la Cámara de Representantes en materia de política exterior estadounidense.