Deconstrucción de las narrativas de las Orientaciones provisionales de seguridad nacional

Este artículo apareció por primera vez en el blog blog de Ética y Asuntos Internacionales.

La administración Biden/Harris ha publicado su guía estratégica provisional de seguridad nacional, que pretende sustituir a la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 de la administración Trump/Pence a la hora de proporcionar directrices a los departamentos ejecutivos y agencias del gobierno de Estados Unidos. Durante los últimos tres años, el programa sobre el compromiso global de Estados Unidos se ha centrado en la cuestión de las narrativas globales que explican y sitúan el papel de Estados Unidos en el mundo. ¿Qué líneas narrativas podemos ver en la orientación provisional?

1. La orientación estratégica rechaza explícitamente la narrativa "restauracionista" al afirmar sin rodeos que no se puede volver a la situación internacional ni a la forma en que estaba configurada la política exterior estadounidense antes de 2016. En su lugar, este documento plantea un enfoque prospectivo para tener en cuenta las cambiantes condiciones internacionales y nacionales de la década de 2020.
2. Las narrativas de repliegue y transaccionalismo que ocuparon un lugar tan destacado en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 se minimizan y, en algunos casos, se rechazan explícitamente. En contraste con la pegatina "America First", la orientación de Biden/Harris resalta el valor y la importancia de las alianzas y las asociaciones. Aquí vemos una clara alineación con el enfoque que han señalado oradores de Carnegie Council como Ash Jain: forjar alianzas con otros países democráticos (incluida la convocatoria de una cumbre de la democracia) para abordar problemas globales y regionales acuciantes. De hecho, de las narrativas recogidas en el informe Carnegie Council , la orientación provisional está impregnada del tema de la "comunidad democrática".
3. Sin embargo, se puede ver el impacto de la ruptura en 2016 del antiguo consenso bipartidista. Al publicar estas orientaciones, algunas de las declaraciones de la Administración dejan claro que la participación de Estados Unidos en los asuntos mundiales no es una cuestión de jugar la gran partida en el gran tablero de ajedrez, sino que la estrategia debe servir a los intereses de política exterior de la nación, que a su vez están directamente relacionados con la mejora de los resultados para las familias trabajadoras y la clase media de Estados Unidos. Este vínculo se hace explícito en el documento. También queda clara en el texto una narrativa paralela, que los miembros del Congreso con los que tuve la oportunidad de reunirme y debatir estas cuestiones en el contexto de un seminario del Instituto Aspen expresaron y que se resume en la narrativa de la "regeneración": que para que Estados Unidos siga desempeñando un papel de liderazgo en el mundo, primero debe reconstruir y mejorar sus instituciones y su economía internas.
4. Por último, se esbozan los parámetros de una narrativa emergente sobre el cambio climático. Como señala mi colega Derek Reveron, esta orientación contiene el reconocimiento formal de que "las mayores amenazas a las que nos enfrentamos no respetan fronteras ni muros, y deben afrontarse con una acción colectiva. Las pandemias y otros riesgos biológicos, la creciente crisis climática, las amenazas cibernéticas y digitales...".

Así pues, las orientaciones intentan combinar las narrativas de la comunidad democrática, la regeneración y el clima en un todo integrado, pero con elementos de "competencia entre grandes potencias" todavía muy presentes. ¿Se creará así un híbrido armonioso que siente las bases de una acción concertada, o las orientaciones provisionales tirarán de la política en direcciones diferentes y contrapuestas?