Cambio climático y visiones éticas contrapuestas

Este artículo apareció originalmente en el blog Ethics & International Affairs. Para más información sobre este tema, consulte el reciente artículo de Henry Shue en Ethics & International Affairs.

Eric Levitz publica un fascinante y provocador artículo en la revistaNew York en el que analiza cómo se puede llegar a conclusiones políticas muy distintas sobre qué hacer ante los efectos del cambio climático. En esencia, la narrativa predominante se ha enmarcado en lo que podríamos considerar una ética universalista: que para hacer frente al cambio climático debemos adoptar medidas más cooperativas que promuevan la redistribución para compartir recursos y contrarrestar los efectos del cambio climático sobre las poblaciones vulnerables en el futuro. Pero, ¿qué ocurre si adoptamos un marco ético diferente?

Uno de los puntos que hemos estado explorando en el proyecto U.S. Global Engagement es el choque entre diferentes concepciones de la ética política: ¿a quién deben primero los responsables políticos: a la humanidad en general y al futuro, o a los ciudadanos inmediatos a corto plazo? La obra de Levitz llama la atención sobre el hecho de que, junto a propuestas como el Green New Deal, el cambio climático puede dar lugar a plataformas que no se centren en compartir, sino en planteamientos de suma cero, en los que prime la protección de lo "propio". Si aceptamos la lectura más pesimista de los datos científicos:

Con el tiempo, no habrá grano suficiente para mantener un pollo en cada olla, o al menos no lo suficiente para mantener el consumo de hamburguesas per cápita de Estados Unidos, permitir a la clase media china disfrutar de un nivel de alimentación cada vez mayor y mantener con vida a los habitantes de los rincones más empobrecidos del planeta.

Observando el auge de los movimientos populistas en todo el mundo, no veo, sobre todo en los países que son democracias electorales, mucho apoyo a la promulgación de importantes limitaciones en los estilos de vida de clase media entre los que ya los tienen con el fin de salvaguardar el planeta para las generaciones futuras o para reequilibrar el recuento de calorías entre la población mundial. Aunque algunos de los desplantes en la reciente Conferencia de Acción Política Conservadora sobre los demócratas "que vienen a por tus hamburguesas" y equiparando esto a los asesinatos en masa de Josef Stalin pueden parecer un poco desquiciados, el cambio climático no ha alcanzado todavía el nivel de amenaza existencial de un"equivalente moral de la guerra" (según Jimmy Carter y la crisis energética) por el que los estadounidenses estarían dispuestos a hacer el mismo nivel de sacrificios que hicieron durante luchas como la Segunda Guerra Mundial. De hecho, como sostiene Levitz, el miedo al cambio climático puede alimentar el apoyo al aumento de las barreras y a un mayor proteccionismo.

Esto también nos lleva a la cuestión de qué ocurre con el orden internacional a medida que avanza el cambio climático. ¿Qué ocurrirá cuando un país soberano desaparezca literalmente (por la subida de los océanos) o se convierta en inhabitable (por la desertización)? ¿Qué medidas podrán emplear los países que se asientan sobre recursos clave pero tienen poblaciones pequeñas para protegerlos de otros países que tienen poblaciones mayores pero dotaciones cada vez menores? Cabe recordar que los cambios climáticos desempeñaron un papel fundamental en las migraciones masivas de pueblos que acabaron con los imperios romano y Han, por lo que no es descabellado preguntarse cómo podría verse afectado el actual orden internacional de Estados-nación soberanos por los cambios en el medio ambiente y la distribución de los recursos.

Algo que debemos tener en cuenta al trazar los cambios en el orden internacional, así como en la política interior de las naciones de todo el mundo.