Una visión desde Washington de las narrativas

Este artículo apareció por primera vez en el blogEthics & International Affairs.

Esta es una respuesta anónima de una persona implicada en el proceso de la política exterior estadounidense, en la que evalúa el recientemente publicado informe U.S. Global Engagement, La búsqueda de una nueva narrativa: Recasting American Involvement in the International System".:

¿Estamos en un momento? Desde que Trump fue elegido he estado tratando de dilucidar si hemos llegado a un punto de inflexión crítico en las relaciones de Estados Unidos con el mundo o si se trata de un estallido momentáneo (al que, debido a que estamos en el momento) le estamos dando demasiada importancia. Sigo pensando en cuando empecé a estudiar relaciones internacionales, a finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando los académicos se cuestionaban la relevancia de muchas instituciones de la Segunda Guerra Mundial y si Estados Unidos seguiría comprometido globalmente en la posguerra fría. Recuerdo los análisis generalizados sobre el significado de la victoria de Bill Clinton, gobernador de un pequeño estado sureño sin experiencia en política exterior, sobre un Presidente con experiencia y mucho éxito en política exterior, George Bush, en las elecciones de 1992. Recuerdo haber ido en 1992 a la OTAN con un grupo del Reino Unido y que los funcionarios de la OTAN nos preguntaran a voces qué papel/misión debía tener la OTAN ahora que la Unión Soviética había sido derrotada y se estaba desintegrando. Esto sucedía cuando en 1991 el Ministro de Asuntos Exteriores luxemburgués, Jacques Poos, declaró "Esta es la hora de Europa, no es la hora de los americanos" sobre los conflictos de los Balcanes.

No digo esto para restar importancia a las fuerzas actuales que hacen que los estadounidenses se replanteen nuestro papel en el mundo, pero me pregunto si sólo lo estamos viendo desde un cierto ángulo. Por ejemplo, el gasto en defensa de Estados Unidos es bastante elevado en comparación con su media histórica en dólares constantes y mucho mayor que a finales de la década de 1990. Al menos en el Congreso el apoyo a las alianzas de Estados Unidos, como la OTAN, es profundo y bipartidista, muy distinto de los debates de mediados de los noventa. En términos de apoyo de la opinión pública al libre comercio, a un papel activo de Estados Unidos en el mundo, etc., nunca ha sido tan alto. Un Presidente encontraría un fuerte apoyo público e institucional para una política exterior estadounidense renovada y más activa, si elige esta dirección.

Cambio generacional: Una cosa que me ha llamado la atención al hablar con jóvenes votantes/ciudadanos es que no han visto más que fracasos en la política exterior estadounidense. Ven enormes gastos y esfuerzos en Afganistán e Irak sin nada que mostrar. Les parece que cuando Estados Unidos se involucra en el mundo empeoramos las cosas, no las mejoramos. Al menos en la izquierda, los votantes más jóvenes tienen en su mayoría opiniones negativas sobre Estados Unidos en general, pues consideran que el país es inherentemente racista e injusto. Estos votantes se centran en combatir a sus enemigos en casa y en transformar la sociedad y la economía estadounidenses en un sistema más justo. Usted señala al final del documento que el cambio generacional tendrá un impacto, pero aún se desconoce cómo se desarrollará. Me pregunto cómo verá el mundo la próxima generación de militares y diplomáticos.

Categorías de narrativas: Al leer las categorías me ha resultado difícil ver las diferencias entre algunas de las narrativas que presentas. Por ejemplo, ¿cuáles son las principales diferencias entre los "restauracionistas escarmentados" y la "comunidad democrática"? ¿Tienen una visión diferente de cómo enfrentarse a China y del papel que debe desempeñar Estados Unidos en Oriente Medio? Podría argumentar que la política exterior del presidente Obama estaba mucho más cerca del enfoque de la Comunidad Democrática que del de los Restauracionistas, lo que me hace preguntarme qué es exactamente lo que pretendemos restaurar. También creo que falta una narrativa más conservadora/republicana que se acerque a la presentada en la NSS y la Estrategia Militar Nacional. Una basada casi por completo en la amenaza que China, Rusia e Irán representan para Estados Unidos. Una perspectiva democrático-militarista muy de la Guerra Fría (el senador Rubio está en este bando) que incluye la amenaza que estos países suponen para las instituciones y los valores estadounidenses.

Por último, estoy totalmente de acuerdo con tu perspectiva de que el clima (hacer hincapié en las amenazas globales frente a las amenazas a la seguridad interestatal) entra en conflicto con los intentos de enfrentarse a China y Rusia. Esto ya se puso de manifiesto durante el segundo mandato de Obama, cuando transigió en algunas cuestiones de seguridad con China con el deseo de que se sumaran al acuerdo climático de París.