Qué piensan los estadounidenses. . .

Este artículo apareció por primera vez en el blog blog de Ética y Asuntos Internacionales.

El proyecto U.S. Global Engagement de Carnegie Council ha estado realizando una encuesta sobre las actitudes hacia la política exterior de Estados Unidos con el objetivo de comprender en qué aspectos los estadounidenses están dispuestos a aceptar riesgos o a priorizar compromisos con grupos de valores e intereses contrapuestos.

Aunque la encuesta aún está en curso, me gustaría compartir algunas tabulaciones preliminares (también me referí a algunos de los resultados en un podcast reciente ). Más adelante desglosaremos los datos por edad, ubicación, etc., pero estas son algunas de las cifras globales.

En primer lugar, casi la mitad de los encuestados cree que el mundo se ha vuelto más peligroso durante su vida, y algo más de un tercio opina lo contrario, que el mundo se ha vuelto más seguro. Casi ocho de cada diez, sin embargo, creen que Estados Unidos se enfrentará a un cataclismo importante en las próximas dos décadas -económico, medioambiental, etc.-.

En segundo lugar, los resultados estaban divididos en cuanto a si la configuración por defecto de los asuntos mundiales era la competencia, la cooperación o la confrontación. Sólo un 11% consideraba que la confrontación era la norma, pero había una división equitativa entre los que veían el sistema internacional como competitivo y los que lo veían como cooperativo.

En consonancia con otras encuestas que hemos visto -la Vox Populi de la Fundación Eurasia Group, el Chicago Council on Global Affairs, etc.-, los encuestados de la encuesta Carnegie rechazaron el aislacionismo por abrumadora mayoría, y querían que Estados Unidos siguiera desempeñando un papel protagonista en los asuntos mundiales. Pero, en consonancia con las conclusiones recogidas en el informe de 2019 La búsqueda de una nueva narrativa, los encuestados quieren modificar o afinar ese papel. Tres cuartas partes de los encuestados consideran que Estados Unidos confía excesivamente en el instrumento militar de poder. Se observó una gran incertidumbre sobre hasta qué punto la política exterior estadounidense debería priorizar siempre los valores, o cuándo, en pos de un objetivo de política exterior, deberían subordinarse los intereses nacionales.

Para mí, dos cuestiones que tocan acontecimientos en curso fueron bastante fascinantes. Dada la crisis en Idlib, la cuestión de intervenir en Siria ha vuelto a ponerse sobre la mesa. El 44% apoyó la intervención, pero las respuestas restantes se dividieron entre un "no" definitivo o no estar seguro de apoyar esa opción. Del mismo modo, preguntados por un acuerdo de paz en Afganistán que no garantizara la igualdad de derechos para las mujeres, el 41 por ciento lo apoyaría, el 31 por ciento se opondría y el resto no estaba seguro.

Sin embargo, una abrumadora mayoría -un 83%- se pronunció a favor de aceptar precios más altos de la energía para fomentar la desvinculación de Arabia Saudí. Y hubo niveles similares de apoyo a la opción de que Estados Unidos aceptara límites a sus preferencias si con ello conseguía un apoyo tangible de otros países para aplicar un enfoque multilateral a los problemas.

¿Cómo se traducirá esto en las urnas? El 91% de los encuestados afirmó que las posturas en política exterior de los candidatos a la presidencia y al Congreso eran importantes para ellos, pero a la pregunta de si un encuestado votaría a un candidato cuya agenda nacional apoyara pero con cuya política exterior estuviera en desacuerdo, el panorama era mucho menos claro: aproximadamente 1/3 dijo que los desacuerdos en política exterior le impedirían emitir un voto favorable, 1/3 dijo que seguiría apoyando en función de la agenda nacional, y 1/3 no estaba seguro.

Seguiremos observando cómo se corresponden los resultados de la encuesta con la realidad.