Este artículo apareció por primera vez en el blog Ethics & International Affairs.
Una de las cuestiones críticas con las que hemos estado lidiando desde la elección de Donald Trump es hasta qué punto el cálculo transaccional llegaría a predominar en la toma de decisiones de la política exterior estadounidense. Nahal Toosi, de Politico, en su artículo"Trump Plan Would Steer Foreign Aid to 'Friends and Allies'" ha obtenido el borrador de una nueva directiva presidencial sobre la ayuda exterior estadounidense que sugiere que el transaccionalismo pasará de ser un recurso retórico a un principio definitorio real de cómo Estados Unidos llevará a cabo sus asuntos exteriores.
El año pasado, ante la Asamblea General de la ONU, Trump declaró:
Examinaremos lo que funciona, lo que no funciona y si los países que reciben nuestros dólares y nuestra protección también tienen en cuenta nuestros intereses. En el futuro, sólo daremos ayuda exterior a quienes nos respeten y, francamente, sean nuestros amigos.
El proyecto de directiva que ha visto Toosi señala lo siguiente:
- Que Estados Unidos debe "reorientar, reconfigurar, reducir o eliminar la ayuda exterior que está apoyando a gobiernos y actores no estatales bajo la fuerte influencia de los competidores y adversarios de Estados Unidos".
- Que Estados Unidos "reduzca o elimine la ayuda exterior a países y organizaciones internacionales que trabajen en contra de los intereses estadounidenses o no los apoyen y la centre en aliados y socios que cooperen con Estados Unidos".
Se trata de un borrador y puede que no se convierta en una política establecida. Sin embargo, representa un cambio fundamental tanto en la política como en la ética. La ayuda y la asistencia ya no se basan en motivos humanitarios (a quienes más lo necesitan) ni en los supuestos de la estrategia de ampliación democrática, que suponía que el aumento del número de países prósperos y democráticos redundaría en beneficio de los intereses de Estados Unidos. En su lugar, se basa en el imperativo ético de que hay que apoyar a los amigos y castigar a los enemigos, y que se espera que la ayuda ofrecida a otros se vea compensada en otros ámbitos.
Ya señalé en enero de 2019 que el nuevo presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, James Risch, describió su enfoque preferido de la política exterior como transaccional. Este proyecto de directiva, si se convierte en la base de la política, continuaría ese cambio y comenzaría a incrustarlo dentro de las estructuras organizativas del gobierno de Estados Unidos, comenzando con la comunidad de ayuda exterior. Representaría entonces un nuevo alejamiento del consenso bipartidista anterior a 2016. En cualquier caso, esto sugiere que, independientemente de quién gane las elecciones de 2020, cada vez será más difícil volver a la "normalidad" anterior a Trump en la forma en que Estados Unidos dirige su política exterior.