Las aplicaciones de la inteligencia artificial están creando nuevos espacios que necesitan gobernanza. Las iniciativas multilaterales son prometedoras, pero deben incluir de forma significativa a todos aquellos cuyas voces deban ser escuchadas. La experiencia adquirida hasta ahora en materia de gobernanza digital demuestra que la inclusión significativa es un reto importante.
Las iniciativas multipartitas han funcionado bien a menudo cuando tienen objetivos estrechos en el establecimiento de normas técnicas, siendo el Grupo de Trabajo de Internet un ejemplo. Era natural tomar prestado el modelo para tratar cuestiones más amplias en torno a la ética, los derechos y el desarrollo, pero esto supone un nuevo reto, ya que las distintas partes interesadas aportan paradigmas políticos e ideológicos diferentes.
La experiencia hasta la fecha sugiere que los esfuerzos por lograr una inclusión significativa en la gobernanza multilateral se quedan cortos en cinco aspectos clave.
1. No todas las partes interesadas son iguales.
Las iniciativas multilaterales suelen incluir cuatro tipos de partes interesadas: organizaciones internacionales, gobiernos, sector privado y sociedad civil. Sin embargo, invitar a las partes interesadas de cada categoría puede convertirse en un ejercicio de marcar casillas en lugar de un auténtico intento de aportar perspectivas diversas de diferentes agrupaciones de todo el mundo.
Las iniciativas supuestamente globales suelen incluir sólo a los países occidentales, dejando fuera a los países con rentas más bajas, y normalmente también a China, a pesar de ser un gigante tecnológico. En el sector privado, sólo se suele invitar o destacar a las grandes empresas tecnológicas. Las empresas tecnológicas más pequeñas, por su parte, y las que se ocupan de las tecnologías digitales sólo tangencialmente, rara vez hacen oír su voz, a pesar de que pueden tener una visión más matizada basada en sus áreas de interés o mercados atendidos. Los representantes de la sociedad civil suelen ser grandes ONG internacionales con oficinas en las capitales, en lugar del tipo de agentes locales que pueden entender mejor lo que ocurre sobre el terreno.
2. La participación requiere muchos recursos.
Aunque se invite a participar a muchos de los grupos típicamente excluidos antes mencionados -organizaciones locales de la sociedad civil, empresas más pequeñas y países de renta más baja-, en la práctica pueden carecer del tiempo, el dinero o la capacidad suficientes.
Parte del problema es el gran número de iniciativas de gobernanza tecnológica. Sólo en los mecanismos de Derecho indicativo hay unas 600, muchas de las cuales invocan el multilateralismo. Participar en múltiples iniciativas de este tipo pone rápidamente a prueba los recursos de una organización; de hecho, puede ser un trabajo a tiempo completo incluso determinar en qué iniciativas debe participar prioritariamente.
3. El dinero marca la agenda.
Cómo y quién convoca las iniciativas sigue siendo un gran reto en la gobernanza tecnológica multilateral. ¿Qué legitimidad tiene el convocante de una iniciativa? ¿Cómo definen los temas a tratar y deciden a qué actores se dirigen para que participen?
Además: ¿de dónde obtienen esos actores su financiación? Si un actor del sector privado financia a los gobiernos y a la sociedad civil para que participen en una iniciativa multilateral, no cabe esperar que se desvíen firmemente de sus intereses. Así que, aunque en teoría una iniciativa pueda parecer que aporta una heterogeneidad de perspectivas, en la práctica puede haber múltiples actores presionando todos en la misma línea.
4. Pueden ser tertulias.
A menudo no está claramente articulado si las iniciativas multipartitas pretenden ser meramente consultivas o capaces de hacer cumplir las decisiones. El Foro para la Gobernanza de Internet, por ejemplo, se considera una mera tertulia.
Cuando los acuerdos multipartitos carecen de poder de imposición, permiten a los grandes actores de los gobiernos y el sector privado dedicarse a la búsqueda de foros o retirarse a acuerdos más exclusivos, como Davos, para tomar las verdaderas decisiones.
5. La relación entre el multilateralismo y el multistakeholderismo no está clara.
Muchos países que no suelen participar en acuerdos multilaterales preferirían un enfoque multilateral de la gobernanza tecnológica. En parte, esto se debe a que están familiarizados con los medios multilaterales de participación, lo que alivia los problemas de recursos para navegar por las iniciativas de múltiples partes interesadas.
También pueden pensar que los enfoques multilaterales otorgan más legitimidad. Todas las partes interesadas, a su manera, pueden pretender ser representativas de la gente -los gobiernos porque son elegidos; las organizaciones de la sociedad civil porque se financian con donaciones; y los agentes del sector privado porque dependen de dar a los consumidores lo que quieren- pero, en última instancia, son los Estados los que tienen autoridad para aplicar y hacer cumplir los resultados de la gobernanza.
En realidad, tanto el multistakeholderismo como el multilateralismo tienen un papel que desempeñar en la gobernanza de la tecnología. El reto es averiguar cómo deben encajar.
Nanjira Sambuli es una investigadora, analista de políticas y estratega de incidencia política interesada en comprender las repercusiones de la adopción de las TIC y su impacto en la gobernanza, los medios de comunicación, el espíritu empresarial y la cultura, con especial atención a las implicaciones de género.