¿Cómo juzgamos el comportamiento de los Estados y las personas? Aunque la mayoría de las personas creen que actúan correctamente, al mismo tiempo suelen actuar de forma conveniente por puro interés propio. Se engañan a sí mismos. ¿Requiere esto, entonces, una norma externa? ¿Debe uno adherirse a una fe religiosa para ser ético, o debe fundamentar su comportamiento en un sistema de creencias?

A menudo se presentan cuatro sistemas como bases de juicio:

  • Cumplir una serie de normas o deberes
  • Centrarse en las consecuencias de sus actos
  • Hacer hincapié en el carácter intrínseco de los actores
  • Fe, aceptar un poder superior

Todas ellas implican intentos conscientes de llevar una vida ética, de actuar bien. Todos pueden aplicarse a los Estados.

Pero, ¿hay que pensarlas? ¿No podemos vivir paso a paso, con una actitud de "a ver qué pasa mañana"? ¿No es mejor ser espontáneo y actuar sin más? Tal vez. Al fin y al cabo, los Estados y los individuos están rodeados de una educación, una cultura, una herencia y unas instituciones que proporcionan sistemas implícitos que guían el comportamiento.

¿Es necesario que los Estados o las personas adopten un sistema? ¿Necesitamos tomar decisiones conscientes? ¿Cómo sabemos cuándo hemos sido malos? Si está de acuerdo en que la elección debe ser explícita, tres pilares pueden proporcionar una base, un medio para decidir.

1) Pluralismo

¿Todos los caminos conducen a Roma? ¿Hay un solo camino? O, lo que es más difícil, ¿cómo puedo respetar las alternativas y elegir mi propia dirección? El pluralismo respeta la diversidad de la experiencia humana. A través del tiempo y la geografía, la variedad en la vida de las personas sólo está limitada por la imaginación.

Pero, ¿cómo celebrar las diferencias sin caer en la trampa del relativismo cultural? El relativismo dice que lo que uno hace está bien, porque tiene una justificación para su elección. ¿Aceptamos entonces la poligamia, los trabajos forzados o la limpieza étnica?

Por el contrario, ¿existe alguna universalidad, algo común a todas las personas, por ejemplo los derechos humanos básicos de las Declaraciones de la ONU? ¿Son las cosas siempre justas? Aquí la trampa es el absolutismo, afirmar que sólo hay un camino verdadero, condenando otras culturas, valores o comportamientos.

¿Cómo sortear estas dos trampas?

Aceptar la necesidad de trazar una línea es una condición. Aceptar que los demás tienen el mismo derecho es otra. Esto requiere diálogo, no evasión ni afirmación. De ahí que el propio respeto a la diversidad se convierta en una condición universal, reconociendo múltiples puntos de vista sin sucumbir a ellos.

2) Derechos y responsabilidades

¿Cómo equilibramos lo que damos y recibimos? ¿Hasta qué punto soy responsable ante los demás y ante la sociedad? ¿Hasta dónde llegan mis derechos?

Todo el mundo tiene derechos, cosas a las que tiene derecho. ¿Las responsabilidades merman nuestros derechos? Equilibrar derechos y responsabilidades es uno de los pilares de la elección ética.

Los derechos son más fáciles de definir: desde la Carta de Derechos inglesa de 1689, pasando por la Carta de Derechos estadounidense de 1789 y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1789, hasta la Carta Internacional de Derechos Humanos posterior a la Segunda Guerra Mundial y los dos Pactos Internacionales de 1966[Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales].

La primera concepción de los derechos hace hincapié en los derechos políticos y civiles, como la libertad de expresión y el Estado de Derecho, el actual primer Pacto Internacional. El segundo Pacto Internacional se centra en ideas más nuevas, en los derechos económicos, sociales y culturales, como un nivel de vida adecuado, una educación y la vida familiar. Los Pactos se consideran a veces Libertades de y Libertades para.

Afirmamos que estos derechos humanos se aplican a todos.

Pero vivimos en comunidades, y tener derechos implica aplicar políticas y juzgar disputas. Igualmente importante es el hecho de que los derechos implican reciprocidad. Si uno hace valer sus derechos, también concede derechos a los demás. Los derechos exigen orden en nuestras interacciones sociales e instituciones que las rijan.

De ahí que las responsabilidades provengan de la comunidad, la gobernanza y la reciprocidad.

3) Equidad

El segundo pilar son los derechos y las responsabilidades, y la equidad es cómo los equilibramos. Tienes derecho a la seguridad social, pero tienes que pagar impuestos. La equidad es universal, pero su aplicación depende del lugar y el momento. ¿Es justo para la próxima generación un enorme déficit presupuestario? ¿Serían más justos unos mercados de crédito colapsados?

Las personas tienen interiorizado el concepto de justicia y saben cuándo se les trata injustamente. Los padres explican la equidad como un simple compartir. Observar cómo se aplica este concepto en una clase de preescolares es esclarecedor. "James, si juegas con el camión de Natasha, tendrás que compartir el tuyo".

Sin embargo, el primer pilar de la ética es el pluralismo, y no todo el mundo dentro de una sociedad comparte las mismas normas. El problema se agrava cuando se entrecruzan múltiples culturas, religiones y valores. ¿Quién tiene la primera opción: el niño, el débil, el mayor, el manso?

Por tanto, como en un taburete de tres patas, los pilares deben estar en equilibrio. Pluralismo-derechos y responsabilidades-justicia, se convierten en herramientas codependientes para determinar la elección ética, y exigen diálogo entre las personas, no simples afirmaciones.

¿Qué te parece? ¿Debería Natasha compartir su camión? Si lo hace, ¿cuáles son las obligaciones de James a cambio?